Masayoshi Son: el cazador de unicornios de Softbank
El empresario nacionalizado japonés instaló recientemente un centro de operaciones en Buenos Aires, que se hará cargo del Cono Sur, incluido Chile, donde ya identificó 15 proyectos que cumplirían los requisitos de la firma para invertir.
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Masayoshi Son puso su mirada hace al menos dos años en startups que, a su juicio, están "creando una nueva ola de revuelta tecnológica" y creó un Vision Fund, fondo de inversiones de US$ 100 mil millones, para sostenerlas.
Ya tenía cuatro décadas al frente de Softbank y, tras lograr convertirlo en un conglomerado tecnológico, se volcó a conseguir empresas unicornio. En el valle de California ninguna otra pregunta tiene tanta importancia como: "¿En quién va a invertir Son ahora?" Y es que, desde octubre de 2016 ha invertido más de US$ 70 mil millones, con un mínimo de US$ 100 millones por startup.
Ahora apunta a Sudamérica
Con 61 años e hijo de inmigrantes surcoreanos, el presidente de la empresa japonesa de telecomunicaciones y distribución de software anunció que Softbank desarrollará un inédito plan de inversión de US$ 5 mil millones para proyectos de innovación en América Latina.
El objetivo del hombre más rico de Japón -según Forbes- está concentrado en la búsqueda de startups y emprendedores que cumplan con importantes requisitos para invertir la cuota mínima de su firma: US$ 20 millones.
"Tienen que estar creciendo por encima de 100% anual; mostrar un crecimiento exponencial; contar con un equipo de talento triple A, que no sea uno solo el líder", comentó a Diario Financero Andy Freire, exministro de Modernización, Innovación y Tecnología de la Ciudad de Buenos Aires y que estará a cargo de la operación en la capital argentina.
En esa línea, agregó que también "tienen que contar con una visión regional, una ambición y un ingrediente secreto en lo que hace falta para ganar y creer para conquistar un espacio en el mercado".
Desde el principio
Pero la trayectoria del gigante nipón no se forjó sola. Masayoshi Son comenzó su carrera en la década de los '70 como emprendedor en la Universidad de California, Berkeley, donde arrendaba juegos de arcade como PacMan y Space Invaders a bares y lugares de reuniones, en California. Gracias a esto, ganó su primer US$ 1 millón.
Fue bautizado Masayoshi, que significa justicia, porque su familia esperaba que el nombre sonara digno y lo protegiera de la discriminación. No fue el caso. Sufrió bullying en el colegio. Pero su padre, Mitsunori, le dio fuerzas: "Creo que eres un genio", le dijo. "Todavía no conoces tu destino".
Su primer acercamiento con el mundo de la tecnología fue de la mano con su alianza con el profesor de física en Berkeley, Forrest Mozer. Juntos, crearon y patentaron un diccionario de bolsillo. Una vez desarrollado, el nacionalizado japonés comenzó a contactar compañías interesadas y la empresa Sharp fue quien les dio la oportunidad.
En 1979, la firma compró el proyecto por US$ 456 mil, que hoy equivaldrían a US$ 1 millón. Ese negocio le dio el impulso para volver a Japón, luego de salir de la universidad y comenzar una de las más grandes compañías de Internet móvil en la nación nipona.
Dos años después, impulsó Softbank, compañía que hoy ocupa el puesto número 39 como la más grande del mundo, según Forbes.
Decidido a ser un magnate desde adolescente, la leyenda de Son arranca cuando tenía 16 años y tomó solo un avión a Tokio para plantarse en el despacho de Den Fujita. Fujita era por aquel entonces el empresario más influyente del país al frente de la delegación japonesa de McDonald's y autor de un libro (La manera judía de hacer negocios) que impresionó profundamente al joven Masoyoshi.
Él mismo contó en televisión aquel encuentro: "Llamé a su oficina al menos cien veces para pedir una cita. Me decían que no se reuniría con un estudiante. Así que tomé un avión a Tokio y pedí tres minutos junto a Fujita. No hacía falta que me hablara ni me escuchara, simplemente quería ver su admirado rostro. Respetaba su principio de que el tiempo es dinero. Finalmente me concedieron 15 minutos. Me dijo que me centrara en las industrias del futuro, no las del pasado, y que mirara el auge de los ordenadores".
Un gigante
Hoy Son es el gigante de las startup, el hombre con la chequera más abultada del sector, que ha logrado que firmas como Alibaba o Uber, en las que ha invertido cientos de millones, sean empresas conocidas en todo el mundo.
Pero no es infalible. Mientras invertía en Alibaba US$ 20 millones, su propia empresa se hundía en bolsa, al perder 77% cuando estalló la burbuja "punto com".
Entonces salió a flote bajando los precios de la banda ancha al mínimo, golpeando a la competencia y, según sus admiradores, tuvo el mérito de llevar el ADSL a todos los hogares japoneses.
En 2006, compró Vodafone Japón y, en 2013, la estadounidense Sprint por US$ 20 mil millones.
Con su fondo, ha tenido sonoros aciertos como Uber o WeWork, una plataforma para alquilar espacios de trabajo, de oficinas a escritorios. Pero algunos medios le acusan de ser poco transparente y de hacer negocios a costa de su fondo de inversión.
Son dice que en los tiempos en que apostó por Alibaba no pudo hacerlo por Amazon, porque Jeff Bezos le pidió US$ 130 millones y el "solo" tenía US$ 100 millones. Si hubiera invertido entonces, la fortuna de Son sería incalculable.
Para remediarlo, busca inversionistas para su nuevo fondo, que promete que será aún más grande que Vision Fund. Apasionado por naturaleza, amenazó al gobierno japonés con "prenderse fuego" si no se respetaba la libertad en la red y mientras sus enemigos lo atacan por sus lazos con el rey de Arabia Saudita o las deudas de su propia empresa, asegura que le iría aún mejor si hubiera tenido más dinero. Y agrega que vendrá más: tiene previsto darle vida a otro fondo con US$ 100 mil millones.